Hay riesgo con los brotes verdes
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Manuel Bengolea
El ministro Arenas ha dicho que "estamos pasando de un escenario de pesimismo económico a un cauteloso optimismo", y coincido con él, pues así lo anticipan algunos indicadores de actividad, que confirmarían la realidad de brotes verdes. Sin embargo, poco se ha dicho de los riesgos que podrían emerger, lo que no es menor considerando que el crecimiento económico esperado para el 2015, por primera vez, y luego de catorce meses consecutivos e ininterrumpidos de ajustes a la baja, cambia de tendencia, eso sí que a un modestísimo 2,8%.
Existen dos riesgos importantes que podrían modificar el proceso de recuperación económica. El primero de ellos es la actividad externa que tiene dos fenómenos que podrían alterar la recuperación. Por un lado la divergencia de política, como se conoce el fenómeno que experimenta USA, subiendo tasas por su incipiente recuperación, y Europa y/o Japón, implementando relajos cuantitativos por la debilidad económica, todo lo cual termina por fortalecer el dólar. Por otra parte la economía china, principal socio comercial de Chile, vuelve, y con mayor fuerza que en años anteriores, a mostrar debilidad en materia de expansión económica.
El efecto de estos dos fenómenos impactaría directamente el precio del cobre y el valor del peso, y esto afectaría negativamente la inversión y el consumo.
El segundo riesgo, es el político. El año anterior fuimos testigos del costo, en materia de crecimiento económico, del ruido originado por el plan de reformas del Gobierno. En efecto, entre marzo y diciembre de 2014, el crecimiento se redujo desde un 3,7% a un 1,8% para dicho año, y las estimaciones para el 2015, en el mismo período, se ajustaron desde un 4,0% a un 2,7%. Una parte significativa de este ajuste se explica por la incertidumbre política.
Entonces justo cuando los brotes verdes comienzan a visualizarse, emerge un nuevo ruido político, los casos Penta, Caval, SQM y quién sabe cuántos otros hay por ahí, que son una amenaza no menor que podría no solo descarrilar la incipiente recuperación, sino que podría amenazar con transformarla en contracción.
Más allá del gusto que algunos querrían darse, erosionar la legitimidad del Gobierno tendría serias consecuencias en lo económico. Si los ciudadanos creen sano iniciar una temporada de caza, disparándole a la clase política y/o empresarial, entonces ignoran las consecuencias de lo que hacen. Desprestigiar a quienes representan al pueblo, bien o mal, y a quienes dan empleo, bueno o malo, conduce solamente al despeñadero de expectativas, a una crisis económica y a la anarquía política.
Creo que las expectativas de empresarios y consumidores han tenido suficiente estrés. No creo necesario condimentar la elevada incertidumbre doméstica, con un brote de anarquía política. Brasil atraviesa una crisis de proporciones, producto de las malas políticas públicas, que junto a la corrupción, tienen a la economía sumida en lo que sería la primera recesión desde el 2009. Tenemos que entender, que enviar a la inquisición a la clase política y empresarial, no dará a luz un sistema menos corrupto, más bien, de las cenizas de la hoguera, emanará sólo humo, de ese oscuro y rancio que se ve y huele en países como Venezuela y Argentina.